Ministerio de Oración y Compasión: Sentir el dolor ajeno

Nos gusta el poder: el poder impresiona y domina. La compasión toma todo vestigio de poder al que podemos acceder en la economía del Reino y lo utiliza para aliviar el dolor de los demás. Nuestros propios deseos sólo entran en la ecuación a través de cómo podemos llegar a ayudar a los demás. 

Mateo 9:35-10:15 narra la Primera Comisión de los discípulos. Uno de los motivos de Jesús para enviar a los discípulos fue que "... estaba lleno de compasión" (9:36a). El deseo de curar, liberar y salvar estaba motivado por la compasión ante la angustia, la depresión y la ansiedad de la multitud. 

Jesús llamó a sus discípulos, les dio autoridad para expulsar a los espíritus malignos, curar y resucitar a los muertos, y los envió (Mt 10:1-15). Llamamiento, autoridad y compasión van de la mano: una fórmula para el ministerio del Reino. Llamado por Jesús, autoridad para ministrar con poder y compasión para ministrar en beneficio de los demás. Este es el Jesús al que servimos. 

Hace varios años, me encontré en nuestra iglesia con un hombre recién bautizado. Estaba borracho, yo estaba cansado. Necesitaba ayuda y yo no podía darle la espalda. El servicio religioso había terminado y unos parientes preocupados le trajeron para que hablara conmigo, así que nos sentamos juntos al borde de la veranda. Le hice algunas preguntas y respondió con vacilación. Empezó a llorar y, uno al lado del otro, miramos hacia la oscuridad. Olía a sudor rancio y alcohol barato, pero la compasión me impulsó a pasarle el brazo por el hombro. Las palabras que habían quedado atrapadas en su garganta brotaron en un torrente ininterrumpido y descorrieron el telón de su vida. Cuando por fin sus palabras se apagaron, recé con él y nos separamos. Fue la última vez que bebió alcohol. El Espíritu utilizó el poder de la oración compasiva para curar. 

Piensa dónde se cruzan en tu vida la vocación y la compasión. ¿Dónde te está invitando Jesús a marcar la diferencia hoy?