Crear espacio para el Espíritu Santo significa intercambio
Alguna vez te has preguntado: "¿Cómo puedo crear una amistad más profunda con el Espíritu Santo?" o "¿Cómo puedo entender mejor a Dios y su plan?". Entender a Dios, cómo trabaja y qué está haciendo son preguntas que surgen en la mente no sólo de los cristianos, sino de la mayor parte de la humanidad. La mayoría de la gente siente curiosidad y deseo de conectar con lo Divino.
El reto es que a menudo nos quedamos atascados en nuestras cabezas, en la fase de pensar, y no conseguimos convertir nuestros pensamientos en acciones. Pero, ¿y si hubiera pasos concretos que pudieran profundizar la amistad con el Espíritu Santo? ¿Y si Dios no sólo quiere que nos acerquemos a Él, sino que también quiere ser nuestro amigo? He aquí algunas sugerencias para empezar a construir una mejor amistad con el Espíritu Santo.
En primer lugar, tenemos que dejar de hacer una cosa para empezar otra nueva. Vivimos una vida plena, y no deberíamos centrarnos en cómo meter una cosa más en nuestras agendas. Ese tipo de pensamiento hace que la mayoría de nosotros nos sintamos aún más cansados y ansiosos. En lugar de eso, deberíamos pensar en lo que podemos dejar de hacer para poder empezar otra cosa en su lugar. Es fácil que tengamos cosas en nuestras vidas que pensamos que nos relajan o nos sirven de alguna manera, pero la realidad es que no nos hacen mejores de ninguna manera. Entonces, ¿cómo podemos identificar aquellas actividades de nuestra vida que es mejor dejar de hacer para poder empezar algo nuevo?
Esa es una buena pregunta, y puede responderse con otra pregunta: ¿Qué te distrae de iniciar o profundizar tu amistad con Dios? ¿Hay algo en tu vida que va en contra de esa relación? Pensemos en algunas formas sencillas de comprobar si algo nos acerca o nos aleja de la amistad con Dios. El amor es un buen punto de partida, porque Dios es amor. Una articulación clara del amor se encuentra en 1 Corintios 13.
Para discernir si algo nos mueve hacia la amistad con Dios, debemos percibir que produce paciencia, bondad, humildad, mansedumbre, cortesía y alegría en la verdad. Estas características son formas sencillas y claras de comprobar si nos movemos hacia la amistad con Dios a través de una actividad. Si algo no produce lo que indica amistad con el Espíritu Santo, puede ser un buen momento para dejarlo. Merece la pena tenerlo en cuenta en el camino hacia una amistad más profunda con Dios.